
Un viejo amor
Ricardo Garduño
Pintor mexicano que destaca en la escena del arte en México por pintar a celebridades como Montserrat Olivier, Miguel Rodarte, Bárbara Coppel entre otros. Su trabajo también recibió el reconocimiento al mejor pintor hiperrealista en nuestro país por parte del Instituto Nacional de Bellas.
Ricardo Garduño, el maestro mexicano de las sinfonías visuales, comenzó su exploración artística en la bulliciosa metrópolis de la Ciudad de México, nacida en 1988. Su viaje por los ámbitos del Conservatorio Nacional de Música y las sagradas salas de arquitectura de la UNAM le inculcaron una profunda sinergia. de estructura y melodía. Hoy, el estudio de Garduño, ubicado en el corazón de donde comenzó todo, se ha convertido en un crisol de innovación donde los pianos no son meros instrumentos sino lienzos para su serie "Teclas de la Quintaesencia".
El arte de Garduño es un diálogo entre la cadencia natural del mundo y las complejas capas de la conciencia humana, como se ve en su serie "Conestesia". Sus piezas resuenan con el pulso de la vida contemporánea, haciéndose eco del movimiento del hiperrealismo e inspirándose en las profundidades del surrealismo y las complejidades de la psique humana.
En sus obras, Garduño evoca una sensación de disonancia temporal, una danza entre el pasado táctil y el futuro imaginado, donde se fusionan formas de arte tradicionales y experiencias modernas. Sus piezas son un testimonio del poder transformador del arte, reflejando una sociedad en medio de la metamorfosis digital y la búsqueda persistente de conexión en un paisaje en constante evolución.
Con raíces en México, pero alcanzando un panorama internacional, Garduño se ha convertido en sinónimo de una nueva era de expresión artística. Su arte es una meditación sobre la percepción misma, un desafío para el observador a interactuar con las frecuencias subyacentes de emoción y pensamiento que dictan el ritmo de la existencia.
"El arte es la lente a través de la cual podemos interpretar las rápidas corrientes de cambio que nos rodean", reflexiona Garduño. "Mi trabajo es un intento de capturar la esencia de la emoción y el tiempo, los hilos invisibles que nos conectan entre nosotros y con el universo".
Desde pianos grandiosos que parecen tocarse solos hasta lienzos que llaman con su canto de sirena, el arte de Garduño es un puente entre los susurros analógicos de la historia y los gritos digitales de la era moderna. Ya sea a través de un mural que se extiende a lo largo de un edificio o una escultura que captura la fluidez de la música, sus obras son una celebración del espíritu humano, en la intersección de la tecnología y la creatividad atemporal.
Carboncillo, grafito y tinta sobre papel
50 x 30 cm
2020
Un viejo amor - Alfonso Esparza Oteo y Adolfo Fernández Bustamante
El dibujo es de Ricardo Garduño, con la canción Un viejo amor, de Alfonso Esparza Oteo y Adolfo Fernández Bustamante. Nostalgia, innumerables detalles y símbolos, en este dibujo un conejo y su memoria, trata de retener al pasado, al amor, mientras espera que el tiempo lo reúna con ese ser perdido.
Los conejos en las fábulas significan la prisa, el conejo de Alicia en el país de las maravillas tiene prisa, sin embargo, el dibujo de Ricardo, es lento, no hay manera de hacerlo rápido. El Viejo Amor, nos dice Ricardo, “Quise representar cómo idealizamos un perfecto amor. Las cosas se mueren a veces. Aquí en este personaje, su viejo amor ya murió y él, por medio de la tecnología, lo está recordando, y el viejo amor es una caricatura. Ella quedó en la historia y él lo está representando con todos estos objetos antiguos, la radio, la tele y la mesa, que a la vez forma el cuerpo de un robot. Pareciera que es un conejo-calavera, pero no: es una máscara de la muerte. Él quiere morir para llegar con su viejo amor. Este chico tiene una chamarra, que es la chamarra que aquí tengo puesta, que también está ligada un poco a una historia muy linda que tengo. Uno de los amores más grandes que he tenido en mi vida es mi abuelo. Él me indujo a tomar clases de piano, me insistió que pintara, que yo iba a ser el artista de la familia. No me quito esta chamarra. Mi abuelo al estar representado en esta obra, tiene esa energía de otro universo que está aquí, encapsulado en esta obra, es el espacio suspendido en la canción”.
Es dibujante y es músico, es pianista, la experiencia de dibujar inspirado en una canción, nos explica “Es la primera vez que una obra se inspira en una canción. Soy pianista. La parte de mi arte que he ligado al piano han sido los pianos que intervengo. Justamente todo este patrón repetitivo de obsesión en este dibujo, tanto en el tapiz del sillón, en la pared, es un patrón constante como si fuera una partitura. Las flores son las notas musicales de la canción. La canción es una canción totalmente bonita, de amor, que también habla de cosas que murieron, hay un poco de despecho, es oscura”.
Todos hemos tenido un viejo amor que no se olvida, Ricardo recuerda, “Sí, especialmente un amor que tuve muy fuerte y que terminé. Qué bueno que ese amor no vive aquí en México, porque estaría yo como loco, tocándole la puerta todos los días. Estuve un año seguido, llorándole a este amor. Esta pieza no fue difícil representarla, porque soy yo. Soy yo en mi antigua depresión, por ejemplo, donde me quedé sin amor. Estuve en una búsqueda constante de ver quién más llegaba. Es esa metáfora de estar en la tecnología viendo quién más puede llegar a mí, buscando algo que no debería buscar, porque creo que las cosas deben llegar solas. Después de cortar con una pareja que tuve, es cuando descubro el conejo. Entre en una oscuridad de búsqueda, de qué voy a hacer con mi vida sin ese amor, y es muy divertido que un conejo llegue a inspirarme. Sigo en esa búsqueda de la creación de los conejos”.